En puntos estratégicos de las carreteras de España la Guardia Civil y la policía local colocan de forma aleatoria controles de alcoholemia y drogas.
Si nos encontramos con uno y nos paran, un agente se acercará a nosotros, nos pedirá la documentación y «dará la posibilidad» de hacer un control de alcohol y/o drogas.
Evidentemente podemos negarnos, y lo haremos si hemos bebido alcohol en las últimas horas, pero eso, solo agravará el problema.
Si decidimos soplar por el etilómetro, éste inmediatamente dará un resultado. Si da negativo, el agente nos dejará continuar la marcha, pero, si da positivo, nos hará soplar otra vez.
Si damos positivo, es decir, hemos superado el límite legal permitido que son 0,25 mg/l de aire espirado nos pondrá una multa.
Es decir, podemos dar 0,24 mg/l por aire espirado y no pasará nada, no habrá ni multa ni delito penal.
El límite para que sea un ilícito penal está en 0,60 mg/l en aire espirado aunque a partir de 0,40 mg/l los agentes pueden imputarte un delito de alcoholemia porque, a su juicio, estás bajo la influencia de bebidas alcoholicas.
Ese «a su juicio» se basa en la sintomatología que el agente anota en el atestado policial.
Síntomas como nariz roja, habla pastosa, ojos bidriosos, andar titubeante, etc… serán pruebas de cargo en tu contra en un juicio penal.
Es decir, que no hace falta superar los 0,60 mg/l en aire espirado, tal y como marca el artículo 379 del Código Penal para que te imputen un delito.
Evidentemente, si al soplar, en alguna de las dos pruebas das más de 0,60 mg/l al juez y al fiscal ya le sobra la prueba de la sintomatología porque no hay que probar que conduces bajo la influencia de bebidas alcoholicas.